Lavar la fruta es una práctica sobrevalorada. Ha rodado por la tierra, se ha caído por los suelos del supermercado, la han tocado todas las señoras del barrio. Estamos hablando de un producto que ha nacido estimulado por la química. ¿En serio creemos que un chorrito de agua va a aniquilar todas las bacterias que contiene? Venga, coño.
Y eso es todo lo que tengo que decir.
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