Carnaza y pelusa

Ay, ay, ay, nenas, qué emocionada me encuentro, ¡que no quepo en mí! Os cuento:

Estaba yo en mi adorado Facebook, cumbre del saber contemporáneo, haciendo lo habitual, es decir, buscando páginas que admirar hasta la muerte. La palabra clave del día venía a cuento de vuestras mercedes, allá donde estéis, y con unos predecibles resultados tipo "Bolleras que se dan codazos cuando ven un pelo corto", "Lesbianas de Maracaibo con cam", "Club de lesbianas en busca de amistad solamente" (éste me ha partido de tal manera que estoy escribiendo con los dedos ensangrentados por mis vísceras, así, como os lo cuento). Nada de otro mundo, vamos. Que si el Planet, que si los gatos, que si Shane, que si nunca hemos hecho la tijera. Tonterías. La de "Lesbianas que se excitan cuando les susurran al oído papas bravas" (escrito con una ortografía de órdago) tiene su punto, no os digo que no, pero... bah. El asunto es que seguía dándole a la flecha y todo era paja y ausencia de tildes y mucha "k" y mucha mala hostia. Pero entonces apareció ante mí todo un mundo inexplorado: "Red social para Úrsulas, osas lesbianas". Cágate, loro. Se me cayeron las bragas a tal velocidad que, cuando quise darme cuenta, habían salido por la ventana y se habían colado por la alcantarilla de enfrente que Gallardón me había abierto, vía obrero nigeriano, el otro día. Jesús, ¡así que esto existe! ¡Osas! Bueno, bueno, y yo fantaseando con maricones leñadores. Cuánta inocencia hallo a veces en mi interior. ¡Osas!

Y eso era lo que venía a deciros.