La Tercera en discordia, y el azucarillo

No hace mucho, estábamos tranquilamente (tranquilamente, tranquilamente, retumba en mi cabeza la palabra “tranquilamente” nos faltó sacarnos los ojos, hay veces que realmente no aguanto a Iro) tomando un café Iro, yo… y ella, la Tercera en discordia. En varios momentos se dió la situación de que Iro hablaba y nadie la escuchaba, a las pruebas me remito, ya que la tercera en discordia sin esperar a que al menos Iro terminara de hablar, sacaba otro tema de conversación, y yo, pues seguía a la tercera en discordia. Pero no contenta con eso, Iro seguía hablando, tanto hablaba que no hacía ni caso a lo que se estaba conversando, me explico, Tercera en discordia estaba dando su opinión sobre la inutilidad de las personas, a lo que Iro, le corta, y dice “si si si porque la gente… inútil… tal” Si, señoras, estaba diciendo exactamente lo mismo que apenas 30 segundos antes, había dicho la Tercera en discordia. Así que si no presta atención, para que se la voy a prestar yo. No te jode. Pero no, este no es el problema, esto no es preocupante, al revés, es totalmente NORMAL, lo fuerte se produjo después, yo me encontraba semi-girada mirando a Iro (lo normal cuando te hablan), pero por el rabillo del ojo derecho, estaba viendo unos movimientos raros en la Tercera en discordia, ¡pero que veían mis ojos! Primero se chupa el dedo, después lo introduce en el azucarillo, tercero, hace fricción repetidas veces con su dedo, introduciéndolo y sacándolo del mismo azucarillo (así al ras-ras, mete-saca, mete-saca, mete-saca) y finalmente, saca el dedo, lo mira, y se lo vuelve a chupar. (Tengo que aclarar que solo la puntita)

¡¡¡Pero que ha hecho!!!!!!!

Evidentemente me aparté de la conversación con Iro y puse toda mi atención en aquello. ¡Pero por favor! ¡Con un azucarillo! ¡En una cafetería pública! ¡Con nosotras de espectadoras! ¡Pero donde estamos llegando! ¡Que es esto! ¡Por favor un alma cándida que satisfaga las necesidades físicas, que el azucarillo no tiene culpa!

Tengo pesadillas desde aquel día. No he vuelto a ser la misma. Ahora pido sacarina, no soporto ver a un pobre sobre de azucar vacío, indefenso. No, no puedo.